lunes, 14 de noviembre de 2011

Rocío y plástico

   
Y aquí me despierto, por fin, en medio de un chaparrón. Como dos ojos enrojecidos de lamento, el cielo de tormenta se vuelve de un tono naranja Champs Elysees. Esta noche naranja, mecánica, puré de zanahorias de tetrabrik, abrirá los ojos y se limpiará esos jabones que tanto la ensucian, se quitará el tinte pelirrojo que creyó la haría sentir más humana pero no la hizo dejar de llorar, para recuperar su color canoso natural. La noche, al llegar la mañana, debe abandonar la fiesta y trabajar. Hoy empapará el otoño al anciano que todavía recuerda que en algún momento no lo fue, a la mujer fuerte, única socia de su empresa y madre pero incapaz de dejar de fumar, a la niña curiosa por debajo de la falda, al sauce que sólo esboza una sonrisa al alegrarse de la desgracia del cielo. La noche debe dejar de sentirse joven. 

Entonces, le pido al día que llore con ella, que por favor llore para desahogarse y, cuando se muera el sol, envejezca morena tal y como lo que es. Sólo así olvidará que no es humana  . Por favor, que se tire todo el puto día lloviendo, que no pare hasta que anochezca. 

Por favor, que se me erice el pelo, que me duela la cabeza.

Supongo que no se ha entendido una mierda, para variar, pero hablo de la contaminación lumínica. 

Buenos días todavía sin amanecer, muchachos.

2 comentarios:

  1. Pues yo al leer esto he pensado en ti, no en la contaminación lumínica, que cosas xD
    De todas formas muy bien expresado, hija, escribe un libro algún día que te lo compro seguro.
    Madre mía, a la hora que has escrito esto yo estaba durmiendo plácidamente... Mala noche o qué?
    Un beso Sarela!

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    besoss
    Catherine

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